Táctica, paciencia y cabeza fría: los pilares con los que Casper Ruud forjó su identidad en el tenis de elite
Casper Ruud, número 12 del ranking ATP, planteó que una revisión de las reglas del tenis profesional podría favorecer la creatividad y el espectáculo dentro de la cancha.
El tenista noruego expuso esta idea en una entrevista exclusiva con ICON (Italy), donde también abordó su visión del juego y la relación que mantiene con el estilo personal, factores que considera parte de su identidad en el circuito profesional.
Ruud atribuyó su éxito a la inteligencia táctica y a la habilidad para leer el juego, no a la agresividad extrema. “Gané muchos partidos en mi carrera, no porque fuera hiperagresivo, sino porque siempre intento jugar de manera inteligente, menos impulsiva, utilizando golpes cruzados y abriendo la cancha”, afirmó desde Oslo.
Para él, el tenis pausado y cerebral, con énfasis en los intercambios largos y el dominio desde el fondo de la pista, definió su preferencia, especialmente sobre tierra batida. Esta filosofía contrasta con la presión constante por ganar típica del deporte de élite, una presión que puede relegar el disfrute del juego.
La carrera de Ruud estuvo marcada por logros y dificultades. Alcanzó el segundo puesto del ranking ATP en 2022, aunque una lesión durante Roland Garros le impidió jugar Wimbledon y una eliminación temprana en el US Open complicó su temporada.
A pesar de estos obstáculos, el noruego se mantuvo en las rondas finales de los grandes torneos, incluida la final de Roland Garros en 2022 y 2023, donde fue superado por Rafael Nadal y Novak Djokovic.

Ruud destacó la influencia que tuvo en su confianza un consejo de Toni Nadal: “Era el número 130 del mundo cuando Toni Nadal me dijo: ‘Creo que puedes ganar Roland Garros’. Esas palabras me dieron confianza en mí mismo, y eso es muy importante”.
Aunque no conquistó un Grand Slam, su evolución lo ubicó como referente de una generación intermedia, obligada a competir tanto con el “Big Three” —Federer, Nadal y Djokovic— como con jugadores más jóvenes.
Ruud observa el ascenso de figuras como Carlos Alcaraz y Jannik Sinner, quienes, pese a su juventud, suman nueve títulos de Grand Slam entre ambos. “Yo no conquisté ninguno, y tampoco Tsitsipas o Zverev. Jugamos algunas finales, pero no es lo mismo que ganar un título. Ellos ya acumularon muchos, siendo tan jóvenes”, reflexionó el noruego.
Consideró que su éxito radica en la capacidad de moverse con soltura, golpear con potencia y minimizar errores. “Si sabes hacer estas tres cosas, puedes convertirte en un gran jugador. Parece sencillo, pero no lo es”, añadió.
El tenis, según Ruud, se transformó en un deporte más rápido y físico, con jugadas cercanas a lo acrobático.
Resaltó que los nuevos talentos ejercen presión incluso desde posiciones defensivas y que el componente físico resulta esencial: los jugadores deben correr con intensidad y servir con precisión a velocidades superiores a los 200 kilómetros por hora, generando puntos de ritmo vertiginoso.
Con este panorama, Ruud sostuvo que ciertas reglas podrían actualizarse para equilibrar la potencia física con la técnica.
“Las reglas cambiaron poco desde los inicios de este deporte, pero la dinámica evolucionó: el equipamiento, las pelotas y las pistas son diferentes. Si tuviera que cambiar una regla, sería la del doble servicio. Me resultan algo monótonos los partidos con solo servicios ganadores. Con un solo saque se arriesga menos y hay más intercambios”, propuso.
Fuera de la cancha, Ruud cultivó una relación especial con la moda, que entiende como una extensión de su personalidad.
“El año pasado gané el torneo Conde de Godó en Barcelona, allí se produjeron los primeros contactos”, evocó. El noruego se mostró conforme con la nueva colección de la moda, que considera adecuada para el clima de su país, y valoró el lema de Mango como una invitación a expresar identidad a través de la vestimenta que mezcla influencias.
Aunque posar en sesiones fotográficas le resultó complejo al inicio, aprendió a disfrutar la experiencia y a dar lo mejor de sí mismo en cada proyecto.
Ruud enfatizó que en cada partido experimenta una presión constante y un objetivo claro: ganar. Cuando alcanza la victoria, la satisfacción y emoción superan cualquier otra sensación, convirtiendo el triunfo en el motor de su carrera deportiva.

 
				 
											

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