La intimidad de la gira de Bandalos Chinos: convivencia, roles, terapia y el “nuevo rumbo” que ya se cocina
WASHINGTON.- Aún vestido con remera blanca con la imagen de Ron Wood y pantuflas, Gregorio “Goyo” Degano abre la valija en la que, separados prolijamente con fundas, están los trajes y outfits de cada integrante de Bandalos Chinos para su World Tour 2025. “Lo armamos con Sebastián Raimondi, el sastre con el que estamos laburando. Con su ropa y la nuestra hace una curaduría copada”, cuenta el cantante de la banda oriunda de Beccar.
“Iña no me desarmes todo, ahí te las busco, tranquilo”, le dice Goyo, entre risas, a Iñaki Colombo (guitarra-sintetizadores). “Es que me desarma todo”, se queja. “Igual nos amamos, ¿viste?”, aclara, con guiño cómplice. Faltan solo 40 minutos para saltar al escenario en Black Cat, una emblemática disco en la 14th Street de Washington, la segunda ciudad de la etapa norteamericana de una larga gira en la que presentan su último disco, Vándalos.
“Tenemos tres looks predefinidos para cada uno y vamos charlando entre nosotros cuál usar, según el lugar. En Miami [el show del día anterior] fue algo más arriba, con pantalón blanco”, cuenta Goyo. A tono con el nombre del venue, se inclina por una camisa manga larga y campera de cuero negras, y pantalón gris oscuro. También los infaltables lentes.

Para la previa, en la mesa ratona del camerino no faltan bebidas, hielo, snacks energéticos, mate y el termo de Goyo con la calcomanía con las caras de los seis integrantes de la banda y otro sticker de BACH, su segundo disco. Se sorprenden por el precio de la botella de fernet en Estados Unidos (unos 40 dólares), y más de uno lo chequea en su celular.
De fondo suena Free Fallin’, de Tom Petty. “Hay que armar una playlist de pura música norteamericana para el road trip”, sugiere Salvador “Chapi” Colombo (teclados-sintetizadores), anticipándosela a lo que será una convivencia de varias semanas por distintos países.
Para la banda, una de las más relevantes de la escena argentina indie pop de la última década, éste fue su segundo paso por Estados Unidos, tras una gira aún más larga en 2023. “Nos dimos cuenta que no solamente nos sigue el público argentino expatriado, sino también mucha gente local. Hay un equilibrio entre curiosos locales, latinos y argentinos, y es lindo ver cómo se identifican con nuestra música en un país donde se habla otro idioma”, dice Goyo. Es el fiel reflejo del mix de público en la noche washingtoniana en Black Cat.
Tras los últimos ajustes de los outfits, camino al escenario hay una foto grupal en una escalera y una arenga final para al show de presentación de Vándalos, el último álbum de estudio de la banda que ha marcado un punto de quiebre con el sonido al que tenía acostumbrados a sus fans. Los bandalos sienten una buena integración en escena entre las canciones del disco nuevo con los hits anteriores. “Estamos encantados de nuevo con las canciones viejas del repertorio, que a veces se había vuelto medio mecánico”, cuenta Goyo. Vámonos de viaje y Departamento son “himnos” que no pueden faltar.
Para el grupo, las giras internacionales se han convertido en un auténtico desafío, profesional y de convivencia, reconocen (la actual, gran parte fuera del país, empezó el 1 de agosto en Córdoba y terminará el 29 de noviembre en Mar de Plata).
“Fuimos aprendiendo con el tiempo algunos hacks [trucos] como para ir bancándonos, porque son muchos días juntos. Esta gira son 50 días en total que no estaremos en casa”, dice Goyo. Además de las fechas argentinas, hubo shows en Santiago de Chile, Montevideo y Lima, diez ciudades en Estados Unidos, tres en América Central, dos en Colombia, tres en México y el salto a España, donde este jueves se presentan en Madrid. Continuarán el sábado en Barcelona y cerrarán el lunes en Valencia.
“Eso obviamente que se vuelve pesado”, admite el cantante, y cuenta algunas intimidades de la banda. “Hay dos pares de hermanos, y los hermanos no comparten habitación nunca. Esa es una máxima. Ya compartieron casa toda la vida, entonces la idea es separarlos“, dice Goyo, en un extenso encuentro con LA NACION en la previa del show en Washington. “¿A mí con quién me toca? Hoy no sé, vamos rotando, también con los técnicos“, agrega.
Los hermanos son Tomás (guitarra-coros) y Matías Verduga (batería-percusión), y los Colombo. Completa la banda Nicolás Rodríguez del Pozo (bajo), que apuntó al show en el emblemático Auditorio Nacional de Ciudad de México, la semana pasada, como el que más expectativa le generaba.
La preparación para la gira incluye desde trabajo físico a terapia de grupo de los seis integrantes de la banda. “Ha habido algunas intervenciones, de repente invitamos a nuestra manager o a nuestro jefe de producción, que vinieron a alguna sesión”, cuenta Goyo.
“Es algo que arrancó en la pandemia. Vino de la mano de lo que nos estaba pasando a todos con las restricciones. Eso nos hizo frenar, mirar para dentro y ver que había un montón de situaciones a abordar y a resolver internas entre nosotros. Entre tanto ruido, gira, disco, gira, disco, se había perdido un poco la profundidad“, detalla.
La banda había visto en el documental Some Kind of Monster que Metallica había girado en un momento con un terapeuta, Phil Towle, autodenominado como performance enhancement coach. “Nos había parecido gracioso en ese momento. Estábamos en México y dijimos, ‘jua, jua, imaginate necesitar un terapeuta, qué loco’. Y a los dos años estábamos en esa, buscando a alguien. Es un equipo con el que trabajamos, una psicóloga y un coach”, dice el cantante, también conocido como El Shy.
En ese espacio fue, incluso, que se dio el ”proceso natural de cambio” que derivó en Vándalos. Fue la motivación de querer desafiarse y volver a la parte “divertida y lúdica” de la banda.
En las sesiones trabajan “por objetivo”, como antes de una gira importante o de empezar a grabar un disco. “Es una herramienta clave, un espacio neutral en el cual nos podemos decir de todo. Nos ayuda a organizar nuestras emociones y hasta la gestión, como ordenar la estructura indie alternativa e independiente que tenemos“, relata Goyo.
En las giras las sesiones de terapia se interrumpen, pero los seis integrantes de la banda tratan de encontrar otros espacios de encuentro y diálogo, como una comida. “Estos viajes tienen todo ese lado B. A mi me parece algo surrealista el hecho de estar acá, haciendo nuestras canciones. Nunca lo imaginé. Pero también creo que, con el tiempo, se pierde ese romanticismo de los bros girando y tiene una parte en la cual se convierte en laburo y te concentrás para dar lo mejor en el show”, dice El Shy.
Respecto a los roles en las giras, ya hay algunos preestablecidos, “y es gracioso porque es difícil salir de ahí”, reconocen. A “El Lobo”, el bajista, lo cargan por ser el más impuntual, aunque Goyo reconoce que también lo es. “A él le quedó la fama y nos reímos mucho de eso, ¿viste?“, dice. Chapi es la contracara: el que más respeta los horarios. No hay choques, confiesan: se toleran las demoras.
Chapi además fue bautizado como “DJ Enemy”, por ser el encargado de musicalizar los viajes en camioneta. Y a Iñaki Colombo lo llaman “Ricky Alimento”, porque es quien en los tours se ocupa, tanto en las ciudades como en ruta, de hacer la búsqueda en Google Maps de dónde parar a comer, “según las puntuaciones de cada lugar o lo que pinte morfar”. Una suerte de curador gastronómico.
Tal es así que se armó una cuenta de Instagram donde va posteando los lugares como la banda (“rickyalimento, búsquenla”, recomienda Goyo). ¿Y a él qué le toca? “A mí nada, a mí nada”, responde, entre risas, aunque de fondo resuena su apodo interno en las giras… Queda en la privacidad del grupo.
El arranque de la etapa norteamericana del World Tour, en Miami, no pudo llegar con una mejor noticia para Bandalos Chinos: ahí se enteraron de las dos nominaciones para los Grammy Latino 2025, a mejor canción de música alternativa, por “El Ritmo”, y a mejor álbum de pop/rock, por Vándalos (los ganadores se conocerán el 13 de noviembre, en Las Vegas). Allí seguramente estará Bandalos Chinos. “Hasta el momento que están por decir ‘y el ganador es’, vos pensás que por ahí lo ganás”, se esperanza Goyo.
A las nominaciones no se las veían venir. “Es más, yo voto y se me pasó. No voté”, sorprende. “Somos medio hippies con eso. No estamos inscriptos, y como no tenemos discográfica y somos nuestro propio sello, no tenemos esa estructura. Nos sorprendió gratamente, y fue un lindo impulso para arrancar la gira por Estados Unidos“, agrega. Ya habían sido nominado a los Grammy en 2019, por BACH.
Aún en plena gira, enfocados en los shows, la banda no pierde el norte. Chapi, el “gran compositor” y el líder al que le bajan muchas de las ideas, según lo describen, en los viajes de las últimas semanas ya estuvo mostrando demos nuevos. “Ya se empieza a cocinar un nuevo rumbo. Además, estamos girando con el productor, entonces hay un pingponeo muy natural. Incluso trajimos las cosas necesarias para grabar en el cuarto del hotel. Es un proceso creativo muy laxo, sin ningún objetivo puntual“, detalla El Shy.
¿Qué se puede venir a futuro, después de haber salido de la zona de confort? “Yo creo que vamos a profundizar, para mí el nuevo rumbo es El Ritmo, Comando juntar. Esas canciones tienen una configuración un poco más moderna, pero manteniendo nuestro estilo más clásico. La esencia tiene que estar“.
Son las 21.35 y faltan instantes para el arranque del show en Washington, a menos de 10 minutos de la Casa Blanca. Tomás Verduga entrega unas calcomanías con el nombre del nuevo disco e inmediatamente se genera una promesa: llevar Vándalos hasta el mismísimo ícono del poder de la primera potencia global. ¿Hasta allí habrá llegado el aura de Bandalos Chinos?

 
				 
											

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