María Rosa Fugazot y el duelo por su hijo, entre el teatro y la familia: “Hechos pelota, pero hay que seguir”
A cuatro meses de la muerte de René Bertrand, la actriz brindó una charla íntima a Teleshow. El poder del escenario y pensar en sus nietos para seguir adelante
La muerte de René Bertrand el pasado 26 de junio dejó un vacío imposible de llenar en el ambiente artístico argentino. Actor querido y figura esencial del teatro y la televisión, la noticia sacudió hasta lo más hondo a colegas, amigos, público y, sobre todo, a una familia ahora sumida en el dolor más crudo. Pasaron cuatro meses, pero la ausencia permanece: cada respiración, cada jornada se convierte en un ejercicio forzado de supervivencia para quienes aún lo extrañan.
La tragedia no solo alteró el círculo de trabajo y afectos de René; también devastó el núcleo inmediato de su familia. El duelo de su viuda, Belén, se intensifica cada día, pero se mantiene firme por sus hijos. “Belén está hecha pelota también, pero sale adelante, pobrecita, se levanta, va, viene, va con los chicos”, explicó María Rosa. La rutina ayuda: “Los nenes siguen su rutina, van a natación, van a la escuela, van a la maestra particular, a canto. Tratamos de que los chicos la pasen bien, pero también se resienten”.
El verdadero estrépito del dolor se mueve, sin embargo, en la mirada de los niños. La mayor, de siete años, intenta desatar los nudos imposibles que deja la ausencia. “La nena está muy sensible, está todo el tiempo pensando cosas raras. De golpe llora y dice: ‘¿Por qué me lo dejó tan poquito a mi papá Dios?’”. ¿Cómo caben semejantes preguntas en la cabeza de una criatura de siete años? El desconcierto y la tristeza se manifiestan: un día sube fiebre sin razón clínica, al día siguiente retoma la normalidad, pero nunca hay calma completa. “Y sí, está yendo al psiquiatra, pero tampoco la vamos a tener como si fuera un aparato. Entonces, yo trato de ver qué puedo hacer para embalarla con otras cosas para que su cabecita vaya a otro lado”, relató la abuela.
El hermano menor también busca respuestas, pero su inocencia lo protege en parte: “Lo busca al padre, pregunta todo el tiempo, pero se lo banca mejor porque es más nene, es más bebito. De cualquier manera es duro. Y sobre todo porque son muy chiquitos y ella tiene la edad esa donde lamentablemente entendés, pero no podés procesarlas las cosas”.
El dolor, que todo lo atraviesa, también golpea a su hermano mayor. “Familia ya no me queda… Me queda mi hijo nada más, el mayor, el hermano, que está hecho pelota también, porque como era mayor, ahora se le ocurre que tendría que haberse ido él”. María Rosa le responde a ese hijo que no hay reglas en el destino: “No, pero es que yo siento eso, mamá”. Así, el duelo se ramifica y se multiplica, desgarrando a cada integrante de la familia con preguntas imposibles.
Desde Jujuy, la familia de Belén acompaña a la distancia, pero aquí, en Buenos Aires, el círculo íntimo depende de la fortaleza de dos mujeres: “Ahí estamos las dos. Porque además somos las dos solitas”, reveló Fugazot. La cotidianeidad exige organizar rutinas, buscar trabajo, cuidar a los niños y mantener la guardia alta ante cualquier riesgo externo. “Tampoco podés meter cualquiera en tu casa porque no sabés qué te puede pasar, así que no es fácil. Pero bueno, nadie dijo que iba a ser fácil, así que hay que tratar de hacerlo”.

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