Marta Minujin, estrella de ‘La Noche de los Museos’ con una torre de spaghettis
La emblemática artista pop argentina prepara una sus monumentales obras efímeras y de consumo masivo para inaugurar este sábado. “Cultura instantánea”, define
Marta Minujin, seguramente una de las artistas más (pop)ulares de la Argentina, no para. A los 82 años su energía está intacta porque “cargo combustible en mi taller” según comenta en una pequeña habitación del Centro Cultural Recoleta, donde el sábado -en el inicio formal de La Noche de los Museos 2025– pondrá en escena la Torre de Pisa de Spaguettis, una de sus rimbombantes creaciones efímeras, del tipo El Obelisco de Pan Dulce, El Partenón de los Libros o El Lobo Marino de Alfajores. En este caso, la nueva “obra” alcanza casi 20 metros de altura y está construida íntegramente con fideos.
Ella, a quien un día se le ocurrió pagar la deuda externa argentina con choclos a Andy Warhol (nada menos), sabe bien de qué se trata el arte para consumo masivo. Y también, cómo se hizo realidad aquella profecía del ícono del arte pop global, cuando vaticinó “En el futuro todos serán famosos por 15 minutos”. Pues bien, el futuro llegó. Y Marta Minujin sigue aquí. No le gusta la palabra “sobreviviente”. “Viviente”, responde que prefiere, con el tono de voz porteñamente arrastrado que encuentra resonancias en otro genio pop argentino, Charly García.
—¿El Obelisco de Pan Dulce fue tu primera obra comestible? ¿Cómo fue eso?
—Bueno, fue terrible. Yo tenía toda la ilusión de que la gente iba a ir… Había una grúa con los treinta mil pan dulces falsos, que después los cambiaban por verdaderos. La grúa iba a bailar con el obelisco. Pero la gente se colgó de tal manera que el obelisco casi los mata. Estaban colgados de la grúa, pero la gente tenía mucha fuerza porque eran como treinta mil personas ahí. Tuvimos que llamar a los bomberos y tirarle agua. Como plaga de langosta, la gente salió disparada. Fue un escándalo. La gente me gritaba: “¡Mala, mala, dame pan dulce!”. Estaban desesperadas por el pan dulce, pero la gente en el 79 no me conocía como ahora.
—En plena dictadura, además.
—Sí, estaban los militares. Pasó Cacciatorre, que era militar, y el obelisco estaba así (hace seña de inclinación). Era el pene de los militares. El obelisco es como un gran pene (risas). Fue dramático. En cambio, lo hice en Irlanda con pan lactal. Esto me parece mejor, porque son tallarines, vienen, vienen… Lo de los alfajores fue bastante también bravo, pero amable.

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