El egotrip de la banda, las señas particulares de Chano Moreno Charpentier y la vida contada en primera persona
Álbum: El regreso. Artista: Tan Biónica. Temas: “El alma en el camino”, “Tus cosas” (ft. Patricio Sardelli), “El problema del amor”, “Mi vida” (ft. Andrés Calamaro), “En mi mundo”, “Mil días”, “X=4″, “Santa María”, “Boquitas pintadas” (ft. Nicki Nicole), “La invención” Edición: Dale Play. Nuestra opinión: bueno.
A Tan Biónica solo le falta patentar el 4 de noviembre (si no lo ha hecho ya). La fecha, sin una referencia aparente, quedó grabada en la memoria de los fans y como hay obsesiones que no se abandonan, puede ser el día y el mes, de cualquier año, para todo tipo de acontecimiento. Para dar un concierto en un estadio o lanzar un nuevo disco. Se ha dicho que para la (única y última) “noche mágica” pensada como despedida de Tan Biónica de los escenarios (porque según los músicos el grupo no había tenido una despedida formal) se había intentado agendar en esa fecha un concierto en Vélez. No pudo ser. Pero como la despedida (en 2023) terminó convertida en una gran gira de shows, hubo tiempo para programar un recital grande, justo el 4 de noviembre (fue el tercero, de una lista larga, y se realizó, cosa curiosa, en el Único de La Plata). Ahora, dos años después, es momento para la salida de un nuevo disco, por supuesto, ese mismo día.
Aquí está, se llama El regreso, trae nueve canciones y tres colaboraciones especiales que el grupo había adelantado semanas atrás; son las voces de Andrés Calamaro, Nicki Nicole y Patricio Sardelli, de la banda Airbag. Y más allá del mensaje cifrado que sus fans rápidamente entendieron (en el video de una de las canciones el cantante Chano Moreno Charpentier aparece con un bastón que es una referencia al periodista Jorge Lanata, fallecido a fines de 2024), el grupo no parece tener intenciones de jugar a las escondidas con este álbum. Lo bautizaron El regreso. Y punto. Porque, aunque los músicos decidan dejar de tocar mañana, pasado o el año que viene, luego de casi cuarenta actuaciones (entre octubre de 2023 y marzo de 2025, la mayoría en estadios de Argentina, Uruguay, Paraguay, Chile Perú y España) este álbum representa otra manera de regresar, tras una década sin registros de estudio.
Lo que suena es música pop, con esos acordes y melodías que a lo largo de las décadas se han escuchado cientos de veces pero que se resetean y actualizan cuando un compositor o un cantante (si esto se da en una misma persona, mucho mejor) impone sus señas particulares. Esto es, ni más ni menos, lo que Chano ha logrado hacer. Sabe lo que su público quiere escuchar y de la manera en que lo quiere escuchar, sin necesidad de ofrecer una pose. Le sale así, natural. Y así como le sale está bien para moldear canciones de llegada directa. Su manera de “decir” caló fuerte en parte de una generación que atravesó su adolescencia y su juventud con sus versos.
Los mojones que se pueden marcar en su vida privada fueron, en los últimos años, lo suficientemente relevantes como para poner la lupa en cada verso de este disco y ver qué tanto de todo aquello puede estar reflejado en estas canciones. Aun así, quien no tenga idea de todo ese historial personal del músico puede llegar a las mismas conclusiones, más allá de cualquier conexión con la vida real. Un egotrip de diez tracks en los que la vida se cuenta en primera persona, y donde en ciertas canciones aparece la nostalgia por un amor de otro tiempo (tema universal de la canción popular) y la estampa del perdedor (esa que siempre garpa en los anaqueles de la música).
En ese sentido, el álbum se resuelve en las primeras cuatro canciones. Esa primera tanda es una buena síntesis. Con todos los recursos que Chano puede tener guardados en la manga. La palabra “eficacia” quizá no sea la más apta para una canción de desamor, pero en la gramática de Charpentier, funciona perfectamente, en frases del tipo: “Amo la eficacia de mi autoengaño/ O mi locura que no hace sufrir (…) Estoy desactivando mil bombas / Y estoy harto de sentir así“.
Tampoco faltan los juegos de palabras. “Ando malherido, con el ego deprimido, ando loco y dolorido como ayer. Siempre tan fanático y errático, con L de lunático, y en realidad no sé cómo voy a hacer para poder ver”, entona en “El problema del amor”. Y más adelante: “Vi cómo dolía el dolor natural / Mi yo fantasma más sentimental / Imposible va a llover, como sea va a doler;/ En mi mundo siempre va a llover”, dice en el laberinto de “En mi mundo”.
Lo que sigue es una puerta que se abre a otros matices. El regreso es un disco nuevo, pero absolutamente conectado con el que el combo grabó hace una década. En ese sentido, hay cierta atemporalidad. Este tiene momentos de un sonido pequeño, donde sobresalen las cuerdas de una guitarra, y otros como paredes sonoras (escuela que forjaron los ingleses, desde The Beatles en adelante) incluso apoyadas patrones rítmicos casi bailables. Por esas aguas navega el estreno de Tan Biónica, que sigue siendo absolutamente fiel a sí misma.

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